Leyenda de terror: El encuentro

 

leyenda de terror El encuentro

Eran las tres de la mañana de un día miércoles. La oscuridad de la noche impregnaba la ciudad y lo único que podía observar era una luz tenue que alumbraba en la plaza que quedaba frente al edificio donde vivía. Esta luz provenía de un viejo poste que funcionaba allí.

Tuve el presentimiento de que algo raro y malo sucedería esa noche, pero me hice de valor y decidí cruzar las calles y adentrarme allí, solo para encontrarme con la espeluznante sorpresa que me esperaba. Recuerdo que uno de los perros que acostumbraba a dormir fuera del viejo hospital que queda cerca de la plaza, se incorporó de manera violenta y empezó a ladrar furioso desde la puerta, poniéndome los pelos de punta. A pesar de su intimidación, decidí omitir el comportamiento exaltado del animal y me dirigí al centro de la plaza para averiguar por qué todo estaba tan oscuro.

El lugar estaba hecho un desastre, había ropa tirada por todo alrededor. En ese momento, logro notar que algunas están llenas de sangre y producían un olor nauseabundo que me revolvía el estómago, era un olor como si se tratara de un animal en descomposición. De repente escuché un grito desgarrador que se salía de las sombras de un gran árbol que se encontraba justo en medio de la plaza, quedé aturdido y asustado por la magnitud del grito.

En el lugar solo alumbraba aquel poste viejo, con esa luz tenue, sin brillo. Logré notar que de la oscuridad salía una niña con el cabello desarreglado y llorando. Habría corrido de inmediato a no ser porque mi cuerpo se encontraba inmóvil. Miré hacia la entrada del edificio y noté que el perro espeluznante ya no estaba, se había movido de lugar y ahora se encontraba justo al lado de la niña que se desplazaban lentamente hacia donde yo estaba. Levemente noto que ambos se encontraban flotando en el aire.

De momento, mi cuerpo logró reaccionar y pude correr lo más rápidamente hasta la entrada del edificio, subí las escaleras hasta llegar al apartamento. Inmediatamente voy hacia la ventana y dirijo la mirada hacia el viejo poste, ahí se encontraba la niña junto al perro. Logro notar que hace un movimiento con su mano en forma de saludo y de manera espeluznante el único brillo de luz de la plaza parpadea y explota, haciendo desaparecer de mi vista a la niña y a su animal acompañante.

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